El éxito del fundamentalismo entre las minorías

Una de las grandes armas que todavía hoy y quién sabe si con más fuerza que en otros tiempos continúan siendo efectivas, es sin lugar a dudas el fundamentalismo basado en la religión. Para la búsqueda a las respuestas del término nos iremos hasta lo que plantea el teólogo Juan Antonio Tudela en su obra: La religión y lo religioso, hoy: con un epílogo sobre la tolerancia, que dice: “La palabra fundamentalismo tiene un sentido amplio (e interesadamente peyorativo) de insistencia en la defensa los valores tradicionales de la fe propia. “  Puede que el uso exacerbado del término “fundamentalismo” haya virado hacia otra parte, máxime cuando se utiliza en otras materias donde, ni siquiera existen términos religiosos de por medio.

De por sí el fundamentalismo ha intentado desde siglos pretéritos postularse hieráticamente ante los cambios sociales, quizá por encontrarse en una situación de poder a merced de los parámetros que desde las directrices se han ido marcando. Este fundamentalismo sin lugar a dudas ha conseguido hacer y deshacer ciertos derechos fundamentales los cuáles han privado a las personas de ser tenidas en cuenta de igual a igual. En este sentido pues nos encontraríamos a los subhumanos, entendidos más como objetos que como personas de pleno derecho. Les ha pasado a los esclavos, les ha tocado a las mujeres, a la infancia, a las personas con diversidad funcional y les ha pasado a las minorías étnicas. Ese fundamentalismo religioso ha condicionado los pensamientos a través de un status quo, incidiendo no sólo en sus púlpitos sagrados o no, manchados o no, pecaminosos o no; confundiendo lo que son las culturas de las religiones, acercándolas tanto que sería un trabajo de detenimiento el poder deshojar lo que es verdaderamente cultural de lo que es verdaderamente religioso.

En estos tiempos, las religiones han ido tornándose, no sin esfuerzos en modos donde encontrar la paz interior y donde dar respuestas a muchas preguntas que el ser humano aún se hace sin embargo, con respecto a las minorías étnicas, el éxito de las religiones y más aún; sus contenidos fundamentalistas, ha comenzado desde hace medio siglo. Después de centurias de desidia, de adoctrinamiento a las grandes masas, ahora es el turno de las minorías; quienes por los designios del destino han estado relegadas a una desigualdad de oportunidades, por lo tanto, estas son ahora carne de cañón donde las religiones puedan volver a instaurar sus bases fundamentalistas. Éstas, además de dar respuesta a las preguntas del ser humano, adoctrinar a la causa y mejorar ciertas situaciones han logrado o están en el momento exacto para extirpar los focos más culturales, que puedan chocar diametralmente contra las religiones, por lo tanto las minorías étnicas se encuentran en una confrontación sin parangón: Reincidir en los aspectos culturales o rendirse a la fundamentalización impuesta. Hasta el momento, no pocos son los que comienzan a confundir dónde acaba la cultura y comienza la religión, pero… ¿llegará el momento en el cuál la religión le haya comido el terreno a los patrones culturales de las minorías que después de tanto tiempo de conservación y mimo se planteen finiquitarlos? Muchos siglos de historia avalan la negativa a la pregunta pero todo puede pasar, puesto que; ya en España ha ocurrido con la masa social. Hacerlo con las minorías es eso… cuestión de tiempo.

José Vega de los Reyes. Trabajador Social, experto en mediación intercultural. Activista pro derechos humanos.Columnista en Diario 16

En Twitter: @Jose___Vega

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